“-Jonás.
Al principio fue un susurro: sofocado, apenas audible.
-Jonás. Jonás.
Luego más fuerte, más deprisa:
-JONÁS. JONÁS. JONÁS.
Jonás sabía que con el cántico la Comunidad le estaba aceptando y aceptando su
nuevo papel, dándole vida, como se la habían dado al nacido Caleb. Su corazón se
ensanchó de gratitud y orgullo. Pero al mismo tiempo se llenó de miedo. No
sabía lo que significaba su selección. No sabía qué tenía que llegar
a ser. Ni qué iba a ser de él”.
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